Han salido nuevas noticias sobre el caso de Chen Yunchang. Las diez portadoras del VIH descubiertas han sido aisladas en la Torre Hui de Majiang. Se trata de una disposición del Centro Municipal de Prevención y Control de Enfermedades. La Torre Hui se encuentra en un rincón de Majiang, por allí está un Centro Sanitario de Psicología, comúnmente llamado Manicomio.
Últimamente, ya deja de ser mi deber la tarea de entrevistar a los pacientes con VIH. Sin embargo, mi compañero Xiao Gong se puso malo en ese día de la entrevista, y dicha entrevista ya quedada con el Centro tampoco se podía cancelar. El Editor Jefe Wang soltó una palabrota. Me llamó enseguida, bastante seriamente, me dijo - ¡Wang Guan, deja a un lado los trabajos que tienes entre las manos, otra vez te necesito para aventuras! Continúa, acaba la entrevista y la redacción de la última edición de aquello de no sé qué sobre ¨las chicas con SIDA¨.-
Yo seguía preguntando, ¿Si es sobre aquellas pacientes con SIDA de las que habíamos hablado antes? Él me corrijo diciendo, son tan sólo portadoras del VIH. No me quedé un poco más tranquilo hasta conocer la diferencia esencial entre estos dos términos.
¿Qué más podría decir? Esto era otra vez un momento clave para ¨portarme bien¨, una tarea asignada en vísperas de la boda, no me quedaba otra opción que consentirlo en voz baja.
Al día siguiente, cuando apenas llegué al Periódico en coche, Wei Hui, como una duende, apareció de repente a un lado de mi coche. - ¿Guapetón, puedes llevarme en tu coche?- Ella, meneando sus nalgas gordas, me sonrió con astucia.
- ¿Adónde vas?- pisé el freno, con una cara un poco perpleja.
-Adonde querías ir.- dijo ella masticando el chicle.
- ¡Yo iba a ir a la Torre Hui de Majiang! Está bastante lejos.-
-Lo sé, sé que vas en aquella dirección, y voy allá contigo.-
¡Vaya jeta que tenía Ji Hui! No sólo subió a mi coche, sino también me había empujado al asiento trasero para servir ella de la chófer de esta operación.
Ella iba súper rápido, estaba como volando por los viaductos. Me puse a reposar en la esquina de la fila trasera después de ser ignorado por ella cuando intentaba de persuadirla una vez diciendo -¡Conduce más lento!- El coche se ralentizó por fin después de un buen rato, y se giró otra vez a un pueblo. Pues este sitio ya es el llamado La Torre Hui. Por sorpresa, este sitio llamado La Torre Hui posee también una torre budista con inciensos y velas bastante en condiciones. Se escuchaban muy bien los cantos de sutras acompañados por los mokugyos saliendo desde las paredes. Apenas vio la torre budista, Wei Hui se quedó fascinado en el corazón. Se apresuró a bajar del coche, y me llamó volver a por ella cuando regrese al centro.
El manicomio se encuentra cerca de esta torre budista. Sus encerrados naturalmente son unos lunáticos. El paisaje de allí es maravilloso, igual que el buen aire. No me había enterado hasta la entrevista de que la jefa del manicomio era una mujer, y la directora también, ¡además eran todas mujeres muy jóvenes y talentosas!
Seguía a ellas cruzando varias zonas hospitalarias. Había visto a una multitud de de pacientes tanto hombres como mujeres de camino al despacho. La verdad que cada acción que hacían estos pacientes era un poco aberrante e insólita. Ellos iban bastante lejos de estas palabras como el orden, las normas. Algunos de ellos repetían siempre una misma palabra, o repetían cierta acción simple. Pueden que tanto estas palabras como estas acciones conlleven algún lúgubre recuerdo de ellos mismos. No he podido espiar su mundo interior. Pero en mi imaginación,¡estas palabras, o cierta acción también podrían ser una puerta, un obstáculo, una válvula que les provocarían la sumersión mental o espiritual! Las ramas a ambos lados de las calles han entrado inclinadamente en los pasillos, convirtiéndose en un recuerdo, un estigma para estas personas. Podríamos decir que el recuerdo es también una llave que les ha mantenido cerrados dentro de aquella puerta.
Al verme, ellos sintieron la alegría. La forma de expresar este tipo de alegría era muy sencilla, además muy directa. Aplaudiendo, bailando, gritando al azar. La gente ajena lo verá bastante anormal. A ellos les da igual lo que pienses. Por los pasillos, ellos bailaban de alegría, cantaban en voz alta. Frente a los desconocidos también te pedían caramelos y tabaco. Esto representaba precisamente aquel tipo de alegría de ellos incomprensible por los demás.
Puede que para ellos no existe ningún sentido práctico en el clima natural de allí. Pero seguramente el cual les es muy provechoso para la salud. Al verme meditando de pie al fondo del pasillo, la mujer con el nombre de La Directora Jin vino a alejarme.
- Corre, Wang Ke, aquí es bastante peligroso.- Dijo ella.
Entramos en una gran sala de reunión. Según La Directora Jin, habían sido trasladas hasta aquí un grupo de pacientes VIH positivas, eran todas mujeres jóvenes a sus veinte años más o menos. En realidad, todavía existía una diferencia teóricamente entre sus estados y el verdadero contagio del VIH. Aun así, todas ellas habían sido aisladas estrictamente, privadas de la libertad personal por la sagrada medicina. Me había informado de que algunas de ellas eran madamas de unos grandes clubs nocturnos del centro urbano.
A la hora de vernos, ante mis ojos, cada una de ellas estaba abatida, con miradas abobadas, ya sin alma.
Aquella madama llamada Fei Jin fue la primera quien se sentó delante de mí. Ella tenía un cuerpazo, unas piernas delgadas y largas, una cintura de avispa y un culo redondo. Estaba a una distancia de cinco metros de mí. Lo había estipulado el hospital por mi ¨seguridad¨. Aunque esa mujer no me miraba, estaba contestando una tras otra todas mis preguntas con atención. Me di cuenta luego de que ¨la entrevista¨ que le estaba haciendo era igual que una ¨interrogación¨. Porque nada más empezar, La Directora Jin vino a presentármela diciendo - Ella es bastante desobediente.-
Con el fin de justificar su argumento, frente a mí, La Directora Jin dio a Fei Jin dos píldoras rosas. Todo furiosa, Fei Jin las tiró al suelo, y al mismo tiempo exclamó - ¡No estoy loca! -
Apenas quería explotar La Directora Jin, se lo paré.
Con otro tipo de expresión, le pregunté: - ¿Tu muestra de sangre del VIH es positiva?-
Asintió con la cabeza, empezó a comportarse bien.
- ¿De dónde vienes? -
_ ¡La Dinastía! -
- ¿Conoces a Li Jiantu?- pregunté.
- Sí, es nuestro jefe.-se había mejorado su actitud.
- ¿ Cuál es el primer espectáculo del show en La Dinastía?-
- Antes era un Chachachá de Cuándo Volverá Usted, y ahora es Rumba de Sheung Hoi Tan.-
- ¡Muy bien! ¿ De qué servías allí dentro?-
- He sido madama, al principio era bailarina.-
......
Cada vez que ella no podía contestar de inmediato mis preguntas, La Directora Jin que estaba al lado le lanzaba siempre una mirada severa, obligándola a pensar más. Hasta que ella lograra contestar repetidamente las preguntas sobre las que estaba sometida a responder. A la hora de salir ella, entró un soplo de viento, vi hacia un trozo de su ropa a la altura de su cintura, y parecía tener no pocas cicatrices y equimosis rojos en su cuerpo.
¿Qué pasa? ¿Acaso ha sido pegada por la gente por estar de verdad demasiado desobediente?
Había ordenado un poco los apuntes de la entrevista de este día, que me había dejado hasta a mí mismo pasmado y me parecía todo inimaginablemente raro. ¡Miren cuáles son las preguntas que me han prescrito El Editor Jefe Wang y La Directora Jin!
Sólo con Fei Jin, ya están las siguientes dudas:
- ¿Conoces a Chen Yunchang? - ¡Sí!
- ¿Cuándo fue la primera vez que tuviste relación con un hombre? - ¡A los diecisiete años!
- Has sido propensa a ser homosexual? - Sí.
- ¿En qué año perdiste tu virginidad? ¿Y qué edad tenías? - ¡Año 2005, a los diecisiete años!
- ¡Opina sobre los clubs nocturnos! ¿Y qué experiencias has ganado? - Lujo y disipación, vivir en la lujuria.
- ¡Cuántos abortos has hecho en total? - Tres veces.
- ¿Has consumido cocaína?- Dos veces.
......
Aquella mujer llamada Fei Jin contestó a conciencia todas estas dudas extravagantes. Parecía venir secuestrada.
Ella llevaba ropa de paciente, en la piel desnuda tanto de su cuello como de los brazos habían marcas de sangre. Aunque tenía toda la cara manchada de porquería, tenía bellas facciones. Ella era la más guapa comparada con las otras dos madamas que aparecieron luego.
A la hora de entrevista a la última portadora del virus, yo estaba un poco despistado, tampoco podía concentrarme. En aquel entonces, no sabía tampoco adónde se habían ido la jefa del hospital ni la directora. ¿A lo mejor habían terminado su jornada? En fin, debería agilizarme para acabar la tarea. Sin embargo, sin saber el motivo, esta portadora sentada enfrente de mí, nada más entrar en este cuarto, empezó a tiritar agitadamente.
- ¿Yu Xinman?- Hice una pregunta.
Asintió un poco con la cabeza. Pero cuando encendí un cigarro, ella se puso a gritar - ¡Fuego! ¡Fuego! -
Di sólo una calada antes de apagarlo y lo tiré. - ¿También vienes de ¨La Dinastía¨ ? -
Respondió Yu Xinman - No, es ¨El Palacio Primaveral del Verano¨-
- ¿Sabías que tu suero del sida ha salido positivo? -
- ¡Me da igual, no soy loca, quiero salir, quiero salir! -
Decía mientras fijaba todo rato sus ojos en mi atrás, a continuación, su expresión se volvió bastante asustada.
¿Acaso había alguien detrás de mí antes? Pero no vi a nadie cuando me giré para averiguar, sólo que alguna ventana en la habitación que daba al pasillo estaba abierta.
¿Se había abierto después de salir La Directora Jin? El humor de Yu Xinman ya se había vuelto bastante inestable, como si de verdad hubiera estado alguien allí antes. Se lo pregunté a mi entrevistada - Ella no dijo nada. ¿ Pero qué le había pasado? Ella estaba ya con pupilas dilatadas por el sobresalto, y la respiración empezó a acelerarse.
De repente, su cuerpo se inclinó, por fin no pudo más, y se tiró de un golpe al suelo.
- ¡Socorro, que venga alguien a ayudar!- Conforme mis exclamaciones, pronto acudieron los del hospital. Sin saber de dónde, aquella jefa y aquella directora Jin se adentraron otra vez. Entre ellas levantaron a esta mujer sombría y desmayada que se encontraba a mi pie. Resultaba que ellas no se habían ido. Por verme cansado de hacer entrevistas, y aproximándose también el atardecer, se habían ido juntas para preparar la cena.
Menos mal que las dos ejecutivas eran médicas, además psiquiatras. Yo veía a ellas cómo tomaron acciones a la ¨paciente¨ en el suelo con mucha agilidad. Ambas rodearon a aquella mujer caída al mismo tiempo, dieron la vuelta hacia arriba a su cara, una chequeaba sus pupilas mientras otra apretaba su surco del filtrum, en poco tiempo aquella mujer ya estaba dispuesta a moverse un poco.
La Directora Jin exhaló un suspiro, dirigiéndome quien estaba muerto de pánico a un lado - Lo siento mucho, Wang Ke, que te ha asustado. Ella está bien, sólo tiene un poco de ¨hipoglucemia¨.-
Dije Oh, me sentía un poco vergonzoso. Esa frase que dijo ella de ¨Lo siento mucho, que te ha asustado¨, sería más adecuada de utilizarse por mí como un hombre fuerte a la hora de consolar a una mujer como ella. ¿Cómo podría haberla dejado usar este tipo de frase hacia mí? Aunque igualmente hice un gesto de colocar ambas menos sobre el pecho de manera muy devota. ¿ Pero por qué estaba rezando a estas alturas?
La Directora Jin volvió a comentar - Es por el período de menstruación de las mujeres, los trastornos hormonales, también es normal que sucedan estos incidentes.-
Y la Jefe por su parte cambió de tema, muy atentamente dijo - ¿Vamos luego al comedor para cenar algo sencillo, vale? -
Su palabra me hizo recordar a Wei Hui que estaba en la torre budista. Saqué rápido el móvil, vi una gran serie de sus llamadas. ¡Se me había olvidado, no había cogido ninguna! Llamé de vuelta enseguida, ¡pero ella había apagado el móvil!
Hoy había venido también para indagar la información de antecedentes de aquella decena de portadoras del sida diagnosticadas. No obstante, La Directora Jin me lo detuvo. Viendo que hoy ya llevaba rellenado un gran cuaderno entero, los caracteres parecían un grupo de hormigas cayéndose a la miel. Ellas ya estaban bastante contentas con el resultado. Así que yo pensaba que ya era hora de finalizar la tarea periodística del día, y asentí con la cabeza hacia los ejecutivos.
La Directora Jin vino a advertirme antes de la cena - ¡Hay que lavarte varias veces las manos!-
Lo hice. Pero ella seguía pareciendo preocupada, hasta arrastró, con una excesiva amabilidad, mis manos hasta debajo del grifo, me las enjabonó, y empezó a lavármelas con detenimiento.
En eso, me acordé de Ji Hui, de que ella también solía lavarme esto y aquello. Por supuesto no se limitaba a lavarme las manos. Lo considero como un gesto demasiado cariñoso entre hombre y mujer.
Cuando me senté a la mesa, se sentó también un hombre más, él también se apellidaba Jin, compartía el mismo apellido con La Directora Jin quien me ayudó a lavar las manos.
Me lo presentó La Directora Jin diciendo que él era el Secretario del partido de este manicomio. Y él se levantó para hacer una ligera inclinación de saludo. Era gentil, con la frente brillante, muy bien alimentado seguro. Él me hizo recordar aquella ¨drama de danza moderna de revolución¨ El Destacamento Rojo de La Mujer a la cual vi de niño por influencia de mi madre. Pues él parecía al ¨¨representante del partido¨ Hong Changqing de esa drama de danzas.
Tanto el hospitalario Secretario Jin como la Directora Jin, amablemente, intentaban a convencerme para beber algo. Pensé un poco, y también me parecía el momento propicio para beber algo, así que acepté abrir primero dos botellas de cerveza Budweiser.
Según mi impresión, todos los Secretarios del partido de cada entidad siempre tienen gran capacidad de beber, efectivamente este Secretario Jin era el más. De verdad parecía estar bebiendo agua cuando tomaba ese ¨Budweiser¨, se le fue en un instante media caja de cervezas. Además me di cuenta de que, la vejiga con la que aquel Director Jin aguantaba la orina podría ser exorbitante, ya que él había bebido varias veces más que yo, y yo había ido tres veces al aseo, en cambio él ni una. La gente dice que existe este tipo de personas como ¨Inmortales de Vino¨, desde que vi al Secretario Jin, me lo creo.
En la cena, yo también había obtenido información importante de esas tres portadoras del sida. Todas esas tres madamas habían venído de los más notables clubs de Donghai, dos de ellas vieron de ¨La Dinastía¨. Al mencionar ese club de entretenimiento ¨La Dinastía¨, el Secretario Jin bromeaba conmigo - ¿Qué pasa? ¿Has ido alguna vez a ese tipo de sitios para liberarte una vez?-
Sonreí, respondi como para ¨una tarea del cole¨ - ¡Tampoco es cuestión de liberarme! Pero he visitado un par de veces por negocio.-
No llegué a enterarme de los nombres ni de esta Jefa del manicomio ni de la Directora hasta el final de la cena. La Jefe tenía el apellido de Qian, y Honglian como nombre, y el nombre completo de la Directora Jin era Jin Xiuhui, más aquel Secretario llamado Jin Zhong, era fácil para recordar ya que los apellidos de estos tres ejecutivos eran ¨Jin¨ (significaría oro en chino) o ¨Qian¨ (significaría dinero en chino), y los mismos me habían recordado también esta capa de relación ¨La Combinación de Jin y Qian¨ ( La Combinación de Oro y Dinero).
A la despedida, el Secretario Jin se adentró en nuestro coche personalmente para dejar por su propia cuenta dos cajas de manzanas Red Delicious de USA. Comentó que era una fruta muy dulce. Ya había visto antes esta especie de manzana rara un poco angular de color rojo y un pelín negro.
La Jefa Qian no me advirtió nada pertinente a esta visita periodística hasta después de arrancar el coche - Wang Ke, te pido favor a escribir el reportaje un poco bello. Bajé la ventana del coche, y escupí un palillo, lo prometí sin reparos.
Claro, de camino a casa, volvía a repasar todo lo pasado. Las tres mujeres, con expresiones distintas. Sobre todo aquella portadora del sida quien se tiró al suelo, ¿Cuál había sido el motivo de su desmayo? ¿Sólo por la hipoglucemia? Pues a lo mejor no sería tan simple.